Maya Erikson y el misterio del laberinto by Isabel Álvarez

Maya Erikson y el misterio del laberinto by Isabel Álvarez

autor:Isabel Álvarez [Isabel Álvarez]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788408259381
editor: Destino Infantil & Juvenil
publicado: 2022-04-28T00:00:00+00:00


Oliver estaba atónito con toda la nueva información. Se quedó en silencio un rato tratando de asimilarlo, hasta que por fin habló.

—Maya, creo que no deberías contarle nada a tu padre. Al fin y al cabo, él confía en el Pajarraco y puede hablarle sobre este lugar.

—Tienes razón, lo mejor es que no se lo diga. De todas formas, no me creería.

—¿Y qué hacemos ahora? —preguntó Oliver.

Los dos se sentaron en silencio para pensar en cómo podían evitar que sir William encontrase aquel lugar.

—Creo que tenemos que avisar a la policía —dijo Oliver finalmente.

—¿Cómo? ¿A la policía? ¿Crees que es buena idea? —preguntó Maya, no muy convencida de involucrar a nadie en aquel asunto—. ¿Y si no nos creen? Seguramente pensarán que el quetzal dorado es una leyenda, como todo el mundo.

—No tenemos que contarles nada sobre este lugar, les hablaremos del resto de los animales que está capturando. Si lo detienen por eso, todos estarán a salvo, también el quetzal. ¡Y de eso sí tenemos pruebas! ¿Recuerdas el almacén que hemos visto esta mañana, donde tenía cautivo al perezoso?

Maya se entristeció al recordar al pobre animal, que seguiría allí encarcelado.

—La cámara se rompió cuando me caí en la cascada, ya no tenemos las fotos —respondió Maya.

—Pero podemos llevarlos allí para que lo vean con sus propios ojos, sabemos el camino. Así demostraremos que lo que decimos es cierto. Aquí todo el mundo protege a los animales. Es la única manera segura de salvarlos —concluyó Oliver.

—Si estás seguro de que funcionará, podemos intentarlo —respondió Maya, que todavía tenía muchas dudas de que aquello fuese lo mejor, pero tampoco se le ocurría ninguna idea alternativa y sabía que debían hacer algo.

—En cuanto lleguemos, iremos a la comisaría. No está lejos del campamento —dijo Oliver.

Maya asintió y se quedaron sentados en silencio, observando aquel increíble lugar y escuchando cantar a los pájaros. Podrían haber permanecido allí para siempre, nunca habían visto un sitio como aquel, pero empezaba a anochecer y todavía no sabían cómo volver a casa, así que decidieron retomar el camino.

Maya guardó la pluma dorada en la mochila y se pusieron en marcha. Por suerte, habían señalado el recorrido y podían deshacer el camino que los había llevado allí. De no ser por eso, les habría sido imposible recordarlo.

Empezaron a avanzar por el laberinto siguiendo las marcas. Ambos iban en silencio, pensando en todo lo que había pasado. Cuando ya llevaban un buen rato caminando, Maya empezó a pensar que el trayecto se estaba haciendo demasiado largo.

—Oliver, llevamos mucho tiempo caminando, creo que ya deberíamos haber llegado a la salida.

—Tienes razón, y además tengo la impresión de que ya hemos pasado por aquí varias veces. Mira, fíjate en esa marca —dijo Oliver mientras señalaba una de las flechas que había hecho Maya—. Es diferente a las demás, está más torcida y un poco borrosa, y la he visto ya tres veces.

Siguieron caminando durante unos minutos más, pero pasaban una y otra vez por aquella misma flecha, así que empezaron a ponerse nerviosos.



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